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sábado, 19 de marzo de 2016

Métodos de medición de pobreza

Los principales métodos utilizados en Bolivia para medir la pobreza son: El método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y el Método de Línea y Pobreza (LP).

El NBI considera a la pobreza como la carencia de bienes y servicios ligados especialmente a la vivienda, la habitabilidad, materiales de construcción, saneamiento, energía, hacinamiento, educación y salud. Los pobres son aquellos que no logran satisfacer algunas necesidades preestablecidas.

En cambio, el LP define a la pobreza como la falta de ingresos para adquirir o alcanzar un nivel de vida, por tanto en este enfoque se considera pobres a las personas cuyo ingreso o consumo no es suficiente para mantener un nivel de vida considerado mínimo. La pobreza estándar de vida (capacidad económica o insuficiencia de recursos monetarios).

Método LP
Para determinar el valor de la línea de pobreza moderada, se suma a la canasta básica de alimentos la canasta de otros bienes y servicios que están comprendidos en la estructura representativa del gasto de los hogares, comprendidos en los gastos para educación, salud, transporte, vivienda, vestimenta, equipamiento y funcionamiento del hogar, cultura, esparcimiento, artículos y servicios de uso personal, con lo cual se identifica el costo mínimo requerido para satisfacer sus necesidades.

Para determinar el valor de la línea de pobreza extrema o indigencia, se construye una canasta básica de alimentos. Esta canasta está compuesta por un número de alimentos que representan el nivel y composición de la ingesta alimentaria mínima que debe alcanzar una persona, con lo cual le permita alcanzar una alimentación nutritiva adecuada.

Método de NBI
Para Bolivia, esta metodología clasifica a los hogares como pobres si no logran cubrir algunas necesidades en los componentes de vivienda; servicios e insumos básicos; educación y salud. Este método “verifica si los hogares han satisfecho una serie de necesidades previamente establecidas y considera pobres a aquellos que no lo hayan logrado”.

En los componentes de vivienda se toman en cuenta los materiales de construcción (para paredes, techo y piso) y espacios disponibles (dormitorios por persona, espacios multiuso por persona, tenencia de cocina). En los componentes de servicios e insumos básicos se considera el saneamiento básico (agua y servicio sanitario) y los insumos energéticos (energía eléctrica y combustible para cocinar). En el componente educación, la asistencia escolar, años aprobados y alfabetización.

Para medir este componente se toman en cuenta tres aspectos: Asistencia escolar; años de estudio aprobados o escolaridad; y condición de alfabetización. El requerimiento mínimo o normas de estas tres variables están diferenciados para cada miembro del hogar en función a su edad. Se excluye a los menores de siete años de edad y empleada del hogar y sus parientes para el cálculo.

Dentro del componente salud está la atención médica. En este componente se mide la necesidad en función a la pregunta referida a la atención del parto, por médicos, enfermeras o auxiliares de enfermería (atención por personal capacitado que puede ser institucional o fuera de los establecimientos de salud).

martes, 8 de marzo de 2016

Los 10 alimentos que más subieron en los últimos cinco años en el país

Bolivia es uno de los países con más baja inflación en alimentos junto a Chile en la región de Sudamérica. En diciembre de 2015 la inflación de alimentos en Bolivia fue de -0,6% y un mes antes este índice registró -0,2%, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Los precios mundiales de los alimentos ayudaron en ese sentido. Cayeron a su nivel más bajo en casi cinco años, favorecidos por el aumento de la oferta, con un marcado declive en los cereales y el azúcar, una estabilización de los aceites y un repunte de los lácteos. Sin embargo en Bolivia algunos alimentos subieron de precio hasta sobrepasar la barrera del 100%, principalmente aquellos productos que no logran cubrir la demanda interna, y deben ser importados, y aquellos que fueron afectados por los fenómenos climatológicos como las sequías, vientos fuertes e inundaciones.

En los últimos cinco años los alimentos que más subieron en el país, tomando en cuenta el promedio de las nueve ciudades capitales, en base a los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), fueron el limón (65%), manzana (38%), lechuga (37%), cebolla (36%), leche (35%), choclo (31%), zanahoria (25%), haba (22%), papaya (15%) y queso criollo (13%), Pese al promedio, estos mismos productos tienen un mayor incremento si se los aborda por regiones.

Es así que el limón subió hasta en 97% en Oruro, la lechuga hasta en 95% en Trinidad, la manzana hasta en 128% en Tarija, la leche hasta en 96% en Cobija, el choclo hasta en 46% en Sucre, la zanahoria hasta en 48% en Potosí, el haba hasta en 39% en Cochabamba, la papaya hasta en 58% en Oruro y el queso criollo hasta en 40% en La Paz. Otros productos como la carne de res con hueso tuvieron un incremento vegetativo de 10% durante los cinco años.

Productos que bajaron de precio En estos cinco años también hubo productos que redujeron sus precios en 2015, respecto a 2011. El aumento de la producción incidió en la caída de los precios principalmente de alimentos como el azúcar, arroz, carne de pollo, tomate, y frutas como la naranja y la mandarina. El promedio nacional del kilo de azúcar cayó en -27%, el kilo de arroz en -5%, el kilo de carne de pollo en -5%. Por regiones las caídas fueron más sentidas.

Por ejemplo el kilo de azúcar llegó hasta -41% en la ciudad de la Paz, el kilo de arroz hasta en -42% en Cobija, el pollo hasta en -17% en Sucre. & & & Panorama internacional Los principales factores que subyacen en la persistente disminución de los precios de los productos alimenticios básicos son los suministros agrícolas en general abundantes, una desaceleración económica mundial y el fortalecimiento del dólar estadounidense, señala la FAO.

El organismo internacional elevó su previsión de las existencias mundiales de cereales en 2016, como resultado de la reducción proyectada del consumo y el aumento de las perspectivas de producción en 2015. El índice de precios del azúcar de la FAO cayó un 4,1% en diciembre, su primer descenso en cuatro meses, ya que las condiciones de los cultivos mejoraron en Brasil.

El índice de precios de los productos lácteos cayó un 3,0%, lastrado por la abundancia de suministros, tanto en la Unión Europea (UE) como en Nueva Zelanda, y una escasa demanda mundial de importaciones. El índice de precios de los cereales se redujo un 1,7% (a 149,1 puntos) en un contexto de amplios suministros mundiales y el aumento de la competencia por los mercados de exportación, especialmente de trigo y maíz, así como la fortaleza del dólar EEUU.

El índice de precios de la carne bajó por su parte un 1,1% en relación a su valor revisado de diciembre, con caídas en los precios de todas las categorías de carne, excepto la de porcino, sostenida por el inicio de ayudas al almacenamiento privado en la UE.