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lunes, 27 de marzo de 2017

Chuqusica Base de cálculo del IPC genera debate en el Departamento



Dos especialistas locales ven con buenos ojos la incorporación de nuevos productos en la canasta familiar, siempre que apuesten por la “seguridad alimentaria y nutricional” y efectivicen el paradigma del “Vivir Bien”. Además, dicen que esto debe estar supeditado a un manejo íntegro, verdadero, oportuno y adecuado.

En febrero pasado, el director del Instituto Nacional de Estadística (INE), Luis Pereira, informó que en este mes y abril entrará en vigencia la nueva base de cálculo para medir la inflación o Índice de Precios al Consumidor (IPC) en el país. Su anuncio da pie al debate y al análisis por parte de los entendidos en la materia. CAPITALES consultó a economistas y expertos de nuestro medio para conocer su opinión al respecto.

“Calculamos que entre marzo y abril se hará el cambio del nuevo IPC, pero estamos todavía en la etapa de definición metodológica”, dijo aquella vez Pereira y luego anticipó que la nueva canasta base podría incluir 350 productos y su cobertura abarcaría las nueve capitales del país, además de El Alto, Viacha y Achocalla en La Paz; Sacaba y Sipe Sipe en Cochabamba; y Warnes, Cotoca y La Guardia en Santa Cruz.

Indicó también que el cambio se producirá en función a los resultados de la encuesta de presupuestos familiares, que concluyó en septiembre de 2016. La antigua base de costos se elaboró con información del año 2007.

El año pasado, los industriales del país plantearon que dentro del cálculo del IPC se eliminen los productos más inflacionarios, de modo tal que no se presenten distorsiones en el manejo de la variación de precios.

Dos especialistas locales ven con buenos ojos la incorporación de nuevos productos en la canasta familiar, siempre que apuesten por la “seguridad alimentaria y nutricional” y efectivicen el paradigma del “Vivir Bien”. Además, dicen que esto debe estar supeditado a un manejo íntegro, verdadero, oportuno y adecuado.

Las opiniones son diversas. Para el economista Gonzalo Quiroga, por ejemplo, con la nueva base de cálculo simplemente se busca hacer un “retoque de maquillaje”.

“Implicaciones prácticas”

Juan Pablo Álvarez, coordinador del Grupo de Desarrollo Rural (G-DRU), explica que de acuerdo con las recomendaciones de organismos internacionales, la base del IPC debe actualizarse cada cinco años (el último IPC data de 2007), para no ocasionar una pérdida de representatividad de los gastos y el patrón de consumo que reflejan la canasta de bienes y servicios.

En su criterio, la incorporación de nuevos productos en la canasta familiar debe tener implicaciones prácticas más que simbólicas. Y el incremento en el número de alimentos debe significar una “apuesta por la seguridad alimentaria y nutricional”, y en el caso de otros elementos para efectivizar el “paradigma del Vivir Bien”.

Actualmente, el IPC está integrado por 364 productos y servicios. Los principales productos allí incorporados pertenecen a las áreas de tecnología, educación superior y transporte: computadoras, guarderías, lavadora de ropa, microondas, vehículos, servicio de gimnasio, educación superior, gas natural, transporte aéreo, seguro de vehículo, entre otros.

El actual IPC solo contabiliza los gastos que se realizan en las ciudades capitales y no en las áreas rurales, mientras que el nuevo incorpora datos de este último.

“Ahora el desafío para el Estado es cómo los elementos de la canasta familiar pueden ser de acceso para la mayoría de los bolivianos, y ello significa trabajar en un eje que tiene que ver con incrementar el ingreso de los más pobres de manera sostenida, que sea resultado del incremento de la productividad”, dice Álvarez.

“Positivo, siempre y cuando…”

Carlos Bejarano, consultor en desarrollo económico local de OCDR, afirma que en la actual estructura del IPC, que toma precios base de 2015, según el Director del INE, se está trabajando con más de 550 productos, a diferencia de los 364 productos anteriormente trabajados con precios base de 2007.

Como estándar internacional se mantienen los 12 grupos, pero ingresaron nuevos productos, fruto de las encuestas de presupuestos de hogares que incorporaron al área rural, brindando representatividad de los gastos y el patrón de consumo que reflejan la canasta de bienes y servicios.

“En ese sentido, se torna positiva y beneficiosa la nueva modalidad, por la ampliación de la base de información en cuanto a hogares (urbanos y rurales) y productos actuales de la canasta familiar, siempre y cuando su manejo sea íntegro, verdadero, oportuno y adecuado”.

Canasta familiar

Rose Mary Martínez, docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad San Francisco Xavier, dice que el nivel de ingreso familiar determinará el monto de la canasta familiar; por tanto, el nivel de consumo per cápita reflejará el “estado de salud” económica de la población, en procura de mejorar su nivel de vida.

“En nuestro país, el valor de la canasta básica es importante porque de ella depende que los bolivianos gocemos de una vida larga y saludable y mejoremos así nuestra ubicación de estar entre los diez países con IDH más bajos de América Latina”, señala la profesora Martínez.

El componente de alimentos

Iván Cardona, docente de la misma facultad, explica que de la canasta de consumo familiar, los alimentos son el componente más importante por ser de uso obligatorio e ineludible; todavía más, de ellos depende la vida de las personas.

Pero el consumo de alimentos depende en alto grado del nivel de ingresos de la gente. Mientras más bajo sea este, mayor será el porcentaje destinado a la adquisición de alimentos.

Por lo tanto, sentencia Cardona, el consumo de alimentos debe ser considerado como el elemento base en el cálculo de la inflación que afecta al ingreso familiar.

El IPC

Verónica Coca es también docente de Ciencias Económicas y señala que el cálculo del IPC trata de medir en un único índice el nivel general de precios (considerando dos años de referencia: uno actual y otro año anterior, denominado base), para lo que se toma en cuenta a consumidores representativos.

Por ejemplo: un consumidor compra 20 panes y 5 litros de leche al mes; en 2014, el pan costaba Bs 0,40 y la leche Bs 5; para 2016, Bs 0,50 y Bs 6, respectivamente. Utilizando la fórmula, el resultado indica cuánto cuesta comprar esos dos bienes hoy, en relación a lo que costaba el 2014, con lo que se obtiene en términos porcentuales la variación de incremento del precio de la canasta familiar.

Para ello se deben considerar tres datos esenciales: Las cantidades consumidas por familias representativas; los precios actuales de los bienes y servicios más esenciales (la “canasta familiar”); y los precios de un año o años anteriores.

Antiguo y nuevo año base

De acuerdo con los datos proporcionados a CAPITALES por la docente Grissel Infrid Rengel, el IPC se calcula en base a un tiempo de referencia que se denomina “periodo base o año base del índice”.

Ese periodo debe ser actualizado, dice Rengel, puesto que pierde representatividad con el transcurso del tiempo o por el cambio en los hábitos de consumo. Así, es necesario renovar el antiguo año base por uno nuevo

“Retocar el maquillaje” y “manipulación gubernamental”

En el país, se anunció un cambio en la base de cálculo de la canasta familiar. Con ello se pretende tomar en cuenta aproximadamente 500 productos, bienes y servicios, para monitorear el comportamiento en la variación de los gastos de las familias.

“Es una práctica común de gobiernos populistas, que modifican a conveniencia diversos parámetros para intentar mostrar una mayor estabilidad económica. Se hizo en Argentina, en Venezuela y en Brasil; también se hizo en 2007 en Bolivia y ahora, en época de crisis, es necesario retocar el maquillaje”, opina el economista Gonzalo Quiroga.

Todos los inicios de año, después de que el país deja de producir casi por dos meses, debido a las festividades que se suceden entre diciembre y febrero, surge el eterno conflicto y la posterior desazón de los ciudadanos que, generalmente pasivos, observan al intercambio de “artillería pesada” por la “conquista” del denominado “incremento del salario mínimo”.

Así, la Central Obrera Boliviana (COB) busca un mayor incremento en tanto que otros sectores, como el Gobierno y los empresarios, el mínimo posible. En el medio está la población, expectante de los resultados, dice Quiroga.

Al igual que otros expertos consultados por CAPITALES, explica que la base de cálculo del IPC debe ser actualizada cada cinco años por recomendaciones de organismos internacionales. De lo contrario, se presentaría una pérdida de representatividad de los gastos y del patrón de consumo reflejados en la canasta familiar, afectando la determinación de salarios, la solución de demandas laborales y fiscales, el cálculo de la pérdida de poder adquisitivo de la moneda y el análisis del comportamiento de la economía.

Bolivia cambió el año base para el cálculo del IPC en cuatro oportunidades: 1931, 1966, 1991 y 2007. La precisión de este indicador depende, en gran medida, de la actualización de las fuentes de datos y de la confianza en el ente emisor (INE).

En 1991 la base de cálculo consideraba analizar 332 productos agrupados en: (a) Alimentos y Bebidas, (b) Vestidos y Calzados, (c) Vivienda, (d) Equipo y Funcionamiento del Hogar, (e) Salud, (f) Transporte y Comunicación, (g) Educación, (h) Esparcimiento y Cultura, (i) Bienes y Servicios Diversos.

Cada uno de ellos con un peso o importancia específica respecto a cómo afectan a la canasta, tomando en cuenta criterios de selección que debían responder a una ponderación individual por separado en la incidencia del gasto mayor o igual a 0.0951%. Es decir, “si el precio de la cebolla en un mes producía un gasto en las familias mayor o igual a la cifra indicada, formaba parte de la canasta; caso contrario se excluía. Además, eran artículos adquiridos por más del 8% de la población y debían afectar a las Cuentas Nacionales”, ejemplifica Quiroga.

Posteriormente la encuesta continua de hogares 2003 – 2004 incidió en el último cambio de año base registrado en 2007 y la selección de 364 productos que deberían reflejar los cambios de hábitos de consumo, preferencias, niveles de ingresos, precios relativos y nuevos productos tecnológicos.

Nuevos criterios

Así se separaron y modificaron los grupos y se agregaron otros como restaurantes y hoteles, y muebles, bienes y servicios domésticos. Pero el rasgo más significativo está en los nuevos criterios de selección, que, entre otros, los productos deben: (a) mantener una frecuencia alta de consumo, (b) deben ser de consumo habitual de los hogares, (c) ser representativo de la evolución de precios y (d) tener un peso por separado en la incidencia del gasto mayor o igual a 0.040%, con lo cual se aumentan los productos y servicios y por ende a mayor cantidad, menor inflación. “Es el secreto de una estabilidad disfrazada”, opina el economista.

“Este aumento en el número y la baja de la ponderación ha sido cuestionada porque no refleja la verdadera estructura de consumo boliviano y oculta la realidad que cada región tiene, mezclando productos y servicios como si fuesen comunes de todas las familias en Bolivia. Por ejemplo, la carne de llama o el Karachi, pez oriundo del Lago Titicaca; mientras otros consideran servicios permanentes como el revelado de películas, la compra de filmadoras o el consumo de salchipapas en los restaurantes”, agrega Quiroga.

Este exceso no representativo involucra un cambio en el nivel de importancia y efecto de los grupos cuya suma final definen el IPC y determinan los indicadores para los salarios, demandas laborales y cálculo de la pérdida de poder adquisitivo de la moneda.

Así, por ejemplo, el Grupo Restaurantes y Hoteles tiene una importancia o peso de 11.071, mientras que el Grupo Salud es de 2.511, o el Grupo Educación una importancia o peso de 4.716, mientras que el Grupo Bienes y Servicios diversos es de 7.060 y Recreación y Cultura de 6.318.

“Son valores que muestran la distorsión ejercida por las autoridades para ocultar la verdadera realidad socioeconómica de la población y que no refleja el día a día en el que viven los bolivianos”, enfatiza Quiroga, para luego rematar: “Lo concreto es que la economía boliviana está deteriorada y no poseemos un buen índice confiable”.

“Manipulación gubernamental”

Según el docente Carlos Andrade Padilla, algunos gobiernos manipulan el monto de la canasta familiar porque se les dificulta el control real de los precios de una canasta familiar. Entonces, tratan de reflejar incrementos del IPC menores a los verdaderos, lo que les permite una mejor posición frente a una negociación de reposición salarial (comúnmente conocida como incremento salarial), por cuanto las variaciones del IPC son los parámetros directos para determinar un incremento salarial, suponiendo una “reposición” a esa “pérdida del valor adquisitivo” del salario.

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